23 octubre 2012



Cuelgo de una percha
inútiles pronósticos
y cristales-pensamiento
sin nombre, ni fecha exacta,
ni rostro definido.
Y los guardo en el armario,
con cuidado,
                                no obstante,
en el lado de las bragas
                                y las sonrisas
descosidas,
a la espera de que llegue
la mano firme de la
indiferencia
y haga su revisión periódica
de stock
y tire lo que ya no vale
por mí a la basura.